lunes, 13 de enero de 2014

Querido 2014: empezamos bien, ya no peso 69 sino 73!


Después de un diciembre lleno de natillas, buñuelos, hallacas y comida propia de la época, me dí a la penosa tarea de pesarme. Una de las pesadillas de los primeros días del año, que toda mujer siempre hace, una especie de ritual doloroso, que nos acerca a la realidad femenina: el peso o el resultado de aquellos excesos y extrañas combinaciones culinarias que se hacen visibles 15 días después.

Ahora bien, yo pesaba 69 kilos el 12 de diciembre del año pasado y ayer 12 de enero de 2014 decidí pesarme y corroborar que mi peso es de 73. Cuatro kilos que me hacen infeliz, teniendo en cuenta que yo, no soy delgada, sino “trosudita” que llaman, de las que no tenemos cintura sino unas caderas grandes que gracias a Dios, intentan reafirmar algo en la mitad llamado disque cintura y que mi estatura también me ayuda, ya que mido 1.67 (claro si le preguntamos a la cédula mido 1.70).  Aunque nunca llegué a pesar 50 kilos, ni por las curvas, si lo deseaba con locura, al ver cientos de estudiantes de mi edad con cuerpos esculturales únicos, que sin necesidad de esfuerzo, ni dietas rigurosas, siempre se veían bien.


Finalmente, con el resultado del fin de año, he tomado la determinación de olvidarme de las harinas, dulces y toda clase de tentación que se le parezca, porque, aceptémoslo, si estoy gorda, no como aquellas que son exageradas y suben un kilo teniendo en cuenta que pesan 45. NO, yo soy realista, mi cuerpecito es un mundo de 67 kilos generalmente y que si regresamos al pasado, a la época de la universidad era de 60-65 kilos máximo pero ahora todo ha cambiado, el tercer piso ya está a la vuelta de la esquina y bajar de peso no es mi fuerte, pero tampoco imposible. 

Por: María del mar Niño Romero
@maricienta8511

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